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Castillo de Jimena

Monumentos

C/ Audiencia, 5. 23530, Jimena
Cómo llegar

Durante la Baja Edad Media el castillo de Jimena jugó un importante papel defensivo, junto a otros castillos de Sierra Mágina, frente al reino nazarí de Granada. En el año 1434 fue entregado a la Orden de Calatrava, que reformó sus defensas y especialmente la torre del homenaje. Su torre del homenaje es de planta cuadrada, construida en mampostería y sillares esquineros, y tiene una cuidada organización interna en dos plantas cubiertas con bóvedas de crucería, así como un sótano.

Desde finales del siglo IX, Jimena formó parte de una serie de alquerías dispersas en poder de los Banu Habil, rebeldes muladíes que se enfrentaron a la autoridad del emir ‘Abd Allah.

Por su proximidad a Granada, almohades y nazaríes, lo conquistaron y fortificaron sucesivamente. 

Jimena fue conquistada por Fernando III en el año 1234 e integrada en las tierras del Concejo de Baeza. En el año 1284 pasó a ser propiedad de don Pedro Ruy de Berrio.

El castillo de Jimena reemplazó al de Garcíez a partir del siglo XIII, del que dista cuatro kilómetros del de Garcíez. Después de que los almohades arrebataran Garcíez a Martín Gordillo, los cristianos advirtieron la necesidad de sustituir la vieja fortaleza musulmana por otro más moderno y defendible y edificaron la de Jimena.

Además, el desplazamiento de este punto estratégico vendría dado por la necesidad de controlar la ruta que procedente de la cuenca del Jandulilla, bordeaba las estribaciones septentrionales del Aznaitín en busca de los llanos de Mancha Real.

En 1364 Jimena era señorío de Herranz Rodríguez, del que pasó siete años después, a María Gracia de Godoy, mujer de Sancho Díaz de Torres, adelantado de Cazorla. A finales del XIV, (1397), era ducado de Ruy López Dávalos.

En fecha indeterminada, después de 1401, fue conquistado por los musulmanes, en cuyo poder permaneció hasta 1431 en que Pedro García de Herrera consiguió conquistarlo por sorpresa, con escalada nocturna. Tres años más tarde, el rey Juan II creó la Encomienda de la Orden de Calatrava y se nombró maestre a don Luis de Guzmán. La Orden de Calatrava reformó sus defensas y especialmente la torre del homenaje.

Los musulmanes lo volvieron a ganar al poco tiempo y volvieron a perderlo en 1457, ganado por Enrique IV que lo otorgó a la Orden de Calatrava, en cuyo poder permaneció unos años. En 1462 el rey lo cedió en señorío a don Beltrán de la Cueva.

En el siglo XVI Jimena, junto con Baeza, participó en el conflicto comunero en la Castilla de Carlos V, incluso sirvió de reducto oculto a comuneros. Terminados estos sucesos fue vendida por el emperador Carlos V a su secretario don Francisco de los Cobos, expropiándoselo a los caballeros calatravos. 

Desde esta fecha Jimena fue señorío de don Francisco de los Cobos y después de sus descendientes los marqueses de Camarasa, hasta la extinción de los privilegios señoriales en 1812.

En 1985 el castillo de Jimena fue declarado Bien de Interés Cultural.

Descripción

El único resto destacable del castillo de Jimena es su torre del homenaje, de base cuadrada y veinte metros de altura, fue construida por los cristianos, finales del siglo XIII o a principios del siglo XIV, con mampostería regular y cadenas de sillarejo en las esquinas. La torre se conserva mocha y con las esquinas reforzadas mediante sillares dispuestos a soga y tizón.

La torre del homenaje tiene una cuidada organización interna en dos plantas cubiertas con bóvedas de crucería. En el segundo piso presenta tres vanos moldurados con rejas, además, cuenta con un sótano que podría identificarse con el aljibe.

Su fachada, algo irregular, abre con arco de medio punto sobre pilastras estriadas. Exhibe los escudos de los marqueses de Camarasa, sucesores de la familia de los Cobos, que lo poseyeron desde finales del siglo XVIII. 

La entrada del castillo se identifica con el arco del Concejo, cubierto con bóveda de medio cañón y apoyado sobre la torre del Homenaje.

El aspecto castrense exterior característico de las fortificaciones calatravas, contrasta con la estética palaciega y la distribución interior de las dos plantas ornamentadas al gusto gótico-mudéjar como muestran las semicolumnas con capiteles vegetales. 

Una vez perdida su función militar el castillo de Jimena fue utilizado durante algún tiempo como molino de aceituna, además de haber sido utilizado como vivienda familiar.

Se conservan algunos vestigios de lienzos de muralla muy disimulados por el caserío, algunos de ellos de época islámica.

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