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En la montaña, la nieve pone a prueba a la fauna, pero a nosotros nos da la gozosa oportunidad de disfrutar de la limpia blancura del paisaje y de rastrear las correrías de la liebre, del zorro, del venado o de la gineta a través de las huellas que dejan en el blando suelo.

Hibernan en sus abrigaños el erizo, el lirón careto y los murciélagos. Pero aunque la Naturaleza parezca estar adormilada, siguen ocurriendo muchas cosas. Los cervatillos dejan ya de mamar y pierden las simpáticas manchas de su pelaje infantil. Comienza el desmogue de los ciervos, que pierden su cuerna, a veces majestuosa, para empezar de inmediato a renovarla. Y los jabalíes, de costumbres nocturnas el resto del año, suelen hozar de día en busca de alimento.

Aunque no parezca el momento más propicio, empieza la estación de cría para las ardillas, que en las copas de los árboles ponen confortable su hogar tapizándolo con líquenes y musgos. La pareja de buitres leonados tampoco se arredra ante el frío, y en las mañanas soleadas podemos disfrutar de la perfecta sincronía de su vuelo nupcial sobre los altos cantiles. Poco después, ambos defenderán su único huevo en el nido, desafiando impasibles los vientos y aguanieves que azotan los farallones. También el cárabo se reproduce ahora, y basta con salir del pueblo hacia el bosque para oír su inconfundible reclamo llenando de magia la noche fría. Y como no, los quebrantahuesos crían nuevos pollos -todavía en el centro de cría en cautividad- para que pronto vuelen por toda Andalucía.

Hacia finales de la estación, hay ya signos de la avalancha de vida que se acerca: se oye el canto pausado del mirlo atrayendo a la hembra desde árboles y tejados, y estallan en flores blancas los almendros.

Una forma diferente de descubrir la cultura y las costumbres del parque natural es conocer la gastronomía serrana, según las especialidades de cada zona. La comarca de Segura (Hornos, Segura de la Sierra, Puente Génave, Santiago de la Espada, etc.) te ofrece la gachamiga, los andrajos, el cordero segureño. El rinrán, la trucha, la carne de monte son exquisitas en Cazorla, La Iruela o Quesada. Y en la Sierra de Las Villas las migas o el ajo morcilla. Es la época de la matanza, que se practica todavía de forma tradicional en muchas aldeas como El Pelón o Rihornos (Segura de la Sierra). Y en casi todas las poblaciones te ofrecerán especialidades locales en dulces, y la conocida mistela.

Durante estos meses se suceden algunos curiosos eventos y costumbres en todo el Parque. El fuego, como en tantas culturas, está vinculado a varias noches invernales. Durante la noche de San Antón –del 16 al 17 de enero- se hacen luminarias en casi todas las poblaciones del Parque. Son célebres también La Candelaria en Pozo Alcón, la Virgen de la Paz en Beas de Segura y San Blas en La Puerta de Segura.

A partir de diciembre toda la provincia de Jaén está dedicada a la recolección de la aceituna, y el territorio del parque natural no es una excepción. El cultivo en las sierras es diferente a la campiña; los accidentes del terreno hacen que, en estas zonas, la recolección esté muy poco mecanizada. El Centro de Interpretación del Olivar Ecológico en Génave te da la oportunidad de conocer la importancia del olivar en nuestra cultura visitando una de las más exitosas almazaras de toda la provincia.

La práctica del senderismo en invierno es ideal si la climatología no es demasiado adversa. La nieve es un accidente más que puede dificultar los pasos y caminos del parque natural, pero su visión es un espectáculo añadido que no te debes perder. Hay rutas asequibles que son hermosos paseos y ofrecen preciosas vistas de la sierra. Te recomendamos la subida de Navalperal, entre Siles y Segura de la Sierra; o El Puntal de la Misa, también en la Sierra de Segura. Es imprescindible equiparse bien, y no olvidar la cámara. Si las condiciones meteorológicas son adversas desiste. La nieve, la niebla, el viento y el frío pueden hacerte pasar una mala experiencia. Mejor lo dejas para otro día.